

Si la escuela no es capaz de generar espacios para la deliberación, la contratación de pareceres, el conocimiento del otro, el reconocimiento de diferentes destrezas y competencias más allá de las tradicionalmente académicas, es poco menos que imposible que formemos una ciudadanía democrática.(Feito, 2010, pág. 55)


La escuela no es solamente un lugar que prepara para la convivencia sino donde es posible ejercerla. Y convivencia no es sólo ausencia de violencia.
Difícilmente cabe hablar de democracia si desde la infancia y la juventud se excluye de la posibilidad de plena participación política a importantes sectores de la sociedad. Los padres tienen derecho a participar en la gestión escolar en nombre de sus hijos mientras estos sean menores de dieciocho años.(Feito, 2010, pág. 60)


La escuela es la principal institución para el aprendizaje de la convivencia en común en un entorno pluralista y de mutuo respeto colocando en contacto con personas de otras familias que pueden tener costumbres diferentes, otra interpretación del mundo, otra religión.(Feito, 2010, pág. 48)